Obed
González Moreno
Escritor, pedagogo, crítico de Arte y profesor de la
Escuela de Artes de la Universidad Anáhuac de México
Versos per… versos
Yamily
Falcon
Editorial
Trajín
México,
2016
La poesía es un medio para comunicarnos con los demás,
sin embargo para que emerja, primero debe de comunicarse a través de la nada
con el poeta.
En el
presente poemario Yamily Falcón nos desea comunicar aquello que deviene de lo
inefable pero que por medio de lo mismo inefable transforma en lo concreto.
Desde la
antigüedad se ha tratado en la literatura y en el arte en general el tema del álter ego. Este concepto lo manifestaron
los antiguos artífices a través de representaciones híbridas en las cuales
personas y bestias se fundían para ser una sola, como una especie de concepción
entre humanos con otros seres. Esta proyección en las culturas antiguas —aunque
natural en el ser humano— sigue estando presente en la memoria arquetípica del
hombre moderno y se manifiesta en la cultura del comic o del cine fantástico,
también en ciertos ritos modernos como carnavales o festejos multisociales
donde los asistentes se disfrazan de seres inverosímiles o fantásticos como
podemos observar sobre las calles de México y otras partes del mundo donde
andan jóvenes tatuados y algunos más con cirugías que semejan a tigres o
serpientes y que es sólo para sentirse más cercanos a una realidad alterna.
Representaciones alegóricas que no sólo se manifiestan en el cine o en el comic
sino también en la literatura moderna. Esta representación de seres que pueden
ser benignos o malignos no sólo se proyecta hacia el exterior sino que
provienen del interior de nosotros. En la cultura mexica Tezcatlipoca fue el
espejo ahumado pero simbólicamente representaba a lo que actualmente conocemos
como el inconsciente, a aquello que está alojado en lo recóndito de nosotros y
que en momentos críticos deviene como un devastador leviatán que se lanza hacia
afuera sin compasión. Yamily por medio de los poemas nos muestra estos otros
entes que se ocultan y se mantienen dentro de nosotros y que son arrojados al
exterior en ciertos momentos en los cuales se apoderan de nosotros sin que nos
demos cuenta que estamos ofreciéndonos a ellos hasta perder nuestra identidad:
“¡Les advertí que nadie la dejara salir!
¡Afuera todas, búsquenla!...
En la espera los aullidos han cesado, aguarda el
corazón, cardiaco diviso tu sombra… vas pariendo bastardas”.
El bastardo es lo ilegítimo, aquel o aquello que
intenta usurpar un lugar que no le pertenece y que en ese intento por llegar a
lograrlo termina por adulterarlo, convertirlo en otro que no desea ser:
“Despierta, no se encuentra, se halla en la alacena
vacía esperando algo más que comida.
Nota mi presencia.
Sentenciada por su nombre se confirma como humano.
Se recuerda…
Ensimismada avanza, la detiene la costumbre de
olvidar.
La bastarda se la traga”.
Los poemas de Yamily son todos aquellos otros que
tratan de someterla para que extravíe su identidad, seres que le provocan dolor
y desconcierto. Entes ambivalentes que la niegan pero a la vez le confirman su
humanidad.
“Dejaste de contar los días
Dejaste de contar tu pena
Te perdiste en las siluetas y en lápida la presencia
Pende del hombro un costal de cuero que sofoca al
recuerdo
Las risas clausuradas, la ironía prestada, el hambre
de vivir acompañada
Carcajadas escondidas junto a la cama
Postergo el reencuentro, invade el veneno
Me incorporan tus lamentos
No le lloro a tu muerte
Le lloro a las tinieblas de mi mente
Golpeando la mirada…
¡Bastarda, mil veces bastarda!”.
Versos
per…versos nos hace reflexionar sobre quiénes somos y hacia
donde realmente podemos llegar. De cierta forma es la entrega voluntaria de
ella hacia aquellos seres, los cuales aprovechan sus noches e ilusiones para
arrojarla a lo profundo de un espejo donde todos podemos observarnos. Es una
entrega que, paradójicamente, deviene de la pasión que posterga la ilusión del
amor. El ideal que no desea ser fragmentado pero que, al llegar a la
consciencia, logra la aceptación de un mundo personal el cual posee la
posibilidad de ser transformado a través del cuestionamiento íntimo:
“¿A dónde hemos llegado? Llegamos a la estancia de lo
perdido, de lo abandonado, en lo incierto está el doble filo, ese filo que
llevas contigo, que te corta y abona, que revela en las venas el vacío. ¿Quién
acepta lo perdido?”.