LAS
LÁGRIMAS DEL PAYASO (POEMA)
Francisco
Lara Sánchez
Actor
y poeta
LAS
LÁGRIMAS DEL PAYASO
Cuando
sinceridad y verdad
son
sinónimos de falso
en
la pista de la vida
sonríe
amargamente un payaso.
El
recuerda con nostalgia
sus
años pasados en el Circo Chino;
ya
no funcionan los trucos de magia;
lamentos
se oyen en su camerino.
Pero
fuera de este
se
oculta tras su nariz,
sin
aferrarse al pasado,
que
le dejó cicatriz,
solo,
abandonado…
En
la bóveda del circo
todas
las noches brilla una estrella,
la
que fuera compañera de fatigas,
la
mujer que en su alma hizo una mella.
La
Reina del Trapecio
hace
un mortal en su corazón.
El
amor no tiene precio,
pero
si la sinrazón.
¿Qué
ocurre, apenas habla contigo?
Extraña
emoción,
al
principio como amigos;
ahora
perdido bufón.
Ella
le pide más tiempo,
él
que duerma en su caravana;
ella
no tiene claro no sé el qué…
Ya se
lo dirá mañana…
El
payaso desde entonces
está
como una cabra,
habla
con su perro Tobby,
no
consigue sacarle una palabra.
Tras
ese rostro pintado se dejan ver
las
lágrimas del payaso
que
son amargas de hiel;
deberías
saber que pueden ser contagiosas.
Son
lágrimas de payaso,
pequeños
diamantes color rosa
que
adornan su ropa andrajosa.
Pasaron
muchos días felices
y
noches soñando juntos.
Ahora
ella duda y no sabe,
yo
me pregunto:
¿La
función está a punto de terminar?
Creo
que no habrá segundo pase.
Y mientras
aprieta sus puños
de
rabia por el fracaso
ustedes
podrán contemplar
las
lágrimas del payaso,
que
aparentemente ríe,
salta
para impresionar,
mas
ya no le quedan fuerzas,
se
está cansando de andar,
solo
en la noche a su violín
se
le escucha murmurar:
¿Alguien
quiere llorar?
Siempre
espera al final de la sesión
a la
Reina del Trapecio
y al
dedicarle una canción
sus
chispeantes ojos se alegran,
al
igual que con las risas,
pero
ella se marcha huyendo
porque
tiene mucha prisa.
Le
regaló una paloma, su alegría, su corazón…
¿No
son suficiente razones para que entrara en razón?
Él
la sigue esperando,
mira
su reloj de arena,
sus
ojos se están empañando
muertos
de risa y de pena.
Y ve
a Tobby que le mira, él lo va a acariciar,
le
cuenta que no le hace caso…
Entre
meses, días, horas, observad
las
lágrimas del payaso.
Pero
ya no aguanta más;
el
reloj ya se paró,
cogió
la maleta, lo demás,
a
Tobby, su violín, su foto en aguaplast,
el
cartel en que compartía noche con la Reina del Trapecio…
Cogió
todos sus trastos; marchose en silencio.
Se
fue sin decir adiós.
Vaga
las noches enteras
tocando
con su violín;
buscando
un circo donde le quieran.
Mas
cuando mira el cartel, la foto,
el
recuerdo, el pasado roto,
su
bolsillo con dinero escaso,
el
amor desafortunado,
las
veces que llena su vaso,
la
bóveda de la pista,
su
reloj con mucho atraso,
su
genialidad de artista
no
puede dar un mal paso;
de
sus ojos alegres
le
vuelven a brotar
las
lágrimas de payaso
que
ríe por no llorar.
(24-04-2003)