He dejado para el final de este artículo cuatro poemas que podríamos encuadrar dentro del “insomnio con acompañante” o “agripnia pseudoconcomitante”. Al margen de los nombres y adjetivos que se puedan poner, el hecho real es que un poeta se encuentra junto a su persona amada, físicamente presente y literalmente dormida. Y no se le ocurre otra cosa que escudriñar, hacer preguntas retóricas, pensar, angustiarse... a escasos centímetros del ser que es objeto de contemplación. Yo me sentiría observado, me desvelaría y no podría volver a conciliar el sueño ni la vida familiar en un tiempo...
En este segundo poema de Pedro Salinas, que muestro ahora, no queda claro que haya presencia física, pero sí un utópico asedio similar al que planteaba más arriba Gerardo Diego: Tú no las puedes ver, / pero tienes el sueño / cercado todo él / por interrogaciones / mías. Para Gracia M. Angulo (15), “el diálogo y la pregunta aparecen como instancias necesarias. Al hablar, al construir los enunciados, el ser comprende y se construye a sí mismo, para así, poder construir el mundo. La duda tiene cabida precisamente porque en Salinas el sentimiento no puede desligarse de la idea; aunque ésta prime, la conjugación de ambos otorga los distintos tonos y variaciones del tema, dando a este diálogo un fluir semejante al de la conmoción íntima. Es por esto por lo que Salinas recurre a las imágenes de la noche, la oscuridad y, con ellas, la soledad del sujeto”. Como el autor no le puso título, me permito la licencia de añadírselo: En “Insomnio de ti”:
Inicio esta serie con un soneto de Gerardo Diego, donde se hace patente la soledad del desvelado poeta junto a la compañera que duerme a su lado. La angustia por la incomunicación con ella es evidente a lo largo de los catorce versos; a ello ayuda el ritmo impuesto por enunciados muy breves, sin nexos, y los encabalgamientos. Los objetos cobran vida metafórica, para desesperación del poeta, que expresa su impaciencia con aliteraciones consonánticas: te me encierran, recluyen, roban. M. Díez y P. Díez Taboada (13) afirman que “el soneto se condensa en la exclamación final y en la impresionante imagen del último terceto, en la que el yo poético se siente como un náufrago abandonado en una isla desierta, desazonado al contemplar, desde los acantilados del insomnio, cómo la amada está ausente y lejana, navegando por su sueño como las naves que se alejan por el mar”.
INSOMNIO
Tú y tu desnudo sueño. No lo sabes.
Duermes. No. No lo sabes. Yo en desvelo,
y tú, inocente, duermes bajo el cielo.
tú por tu sueño y por el mar las naves.
Duermes. No. No lo sabes. Yo en desvelo,
y tú, inocente, duermes bajo el cielo.
tú por tu sueño y por el mar las naves.
En cárceles de espacio, aéreas llaves,
te me encierran, incluyen, roban. Hielo,
cristal de aire en mil hojas. No. No hay vuelo
que alce hasta ti las alas de mis aves.
te me encierran, incluyen, roban. Hielo,
cristal de aire en mil hojas. No. No hay vuelo
que alce hasta ti las alas de mis aves.
Saber que duermes tú, cierta, segura
-cauce fiel de abandono, línea pura-,
tan cerca de mis brazos maniatados.
-cauce fiel de abandono, línea pura-,
tan cerca de mis brazos maniatados.
Qué pavorosa esclavitud de isleño,
yo, insomne, loco, en los acantilados,
las naves por el mar, tú por tu sueño. (14)yo, insomne, loco, en los acantilados,
En este segundo poema de Pedro Salinas, que muestro ahora, no queda claro que haya presencia física, pero sí un utópico asedio similar al que planteaba más arriba Gerardo Diego: Tú no las puedes ver, / pero tienes el sueño / cercado todo él / por interrogaciones / mías. Para Gracia M. Angulo (15), “el diálogo y la pregunta aparecen como instancias necesarias. Al hablar, al construir los enunciados, el ser comprende y se construye a sí mismo, para así, poder construir el mundo. La duda tiene cabida precisamente porque en Salinas el sentimiento no puede desligarse de la idea; aunque ésta prime, la conjugación de ambos otorga los distintos tonos y variaciones del tema, dando a este diálogo un fluir semejante al de la conmoción íntima. Es por esto por lo que Salinas recurre a las imágenes de la noche, la oscuridad y, con ellas, la soledad del sujeto”. Como el autor no le puso título, me permito la licencia de añadírselo: En “Insomnio de ti”:
A la noche se empiezan
a encender las preguntas.
Las hay distantes, quietas,
inmensas, como astros:
preguntan desde allí
siempre
lo mismo: cómo eres.
Otras,
fugaces y menudas,
querrían saber cosas
leves de ti y exactas:
medidas
de tus zapatos, nombre
de la esquina del mundo
donde me esperarías.
Tú no las puedes ver,
pero tienes el sueño
cercado todo él
por interrogaciones
mías.
Y acaso alguna vez
tú, soñando, dirás
que sí, que no,
respuestas
de azar y de milagro
a preguntas que ignoras,
que no ves, que no sabes.
Porque no sabes nada;
y cuando te despiertas,
ellas se esconden, ya
invisibles, se apagan.
Y seguirás viviendo
alegre, sin saber
que en media vida tuya
estás siempre cercada
de ansias, de afán, de
anhelos,
sin cesar preguntándote
eso que tú no ves
ni puedes contestar. (16)
El
siguiente poema de la serie «insomnio con acompañante» es de Claudio Rodríguez,
de quien afirma Javier Rodríguez Marcos (17) que “si hay un poeta tocado por el
genio en la literatura española de la segunda mitad del siglo XX, ese es
Claudio Rodríguez. Ajeno a escuelas y generaciones (por más que no falte en
ninguna de las antologías del grupo del 50), sin antecedentes claros y sin
descendientes casi, la lectura de sus poemas produce la sensación de ir
escribiéndose sin esfuerzo delante de los ojos del lector, de que el sonido de
las palabras contiene ya su propio sentido, de que, por fin, forma y fondo son
una misma cosa. Las cosas de un poeta innato que, laboriosamente, escribe en
estado de gracia”. “Mientras tú duermes” pertenece a su libro El vuelo de la celebración. De él nos
dice Fernando Yubero (18) : “En el cuarto apartado del libro nos
encontramos con poemas en los que adquiere especial relieve el tema amoroso y
el simbolismo de la intimidad. El impulso imaginario que domina en ellos no es
el de elevación sino la movilidad horizontal y el entusiasmo en la
contemplación cercana.” El estado de vigilia se convierte en una declaración
amorosa, en un deseo vehemente que culmina con el alba:
MIENTRAS TÚ DUERMES
Cuando tú duermes
pones los pies muy juntos,
alta la cara y ladeada, y cruzas
y alzas las rodillas, no astutas todavía;
la mano silenciosa en la mejilla izquierda
y la mano derecha en el hombro que es puerta
y oración no maldita.
pones los pies muy juntos,
alta la cara y ladeada, y cruzas
y alzas las rodillas, no astutas todavía;
la mano silenciosa en la mejilla izquierda
y la mano derecha en el hombro que es puerta
y oración no maldita.
Qué cuerpo tan querido,
junto al dolor lascivo de su sueño,
con su inocencia y su libertad,
como recién llovido.
junto al dolor lascivo de su sueño,
con su inocencia y su libertad,
como recién llovido.
Ahora que estás durmiendo
y la mañana de la almohada,
el oleaje de las sábanas,
me dan camino a la contemplación,
no al sueño, pon, pon tus dedos
en los labios,
y el pulgar en la sien,
como ahora. Y déjame que ande
lo que estoy viendo y amo: tu manera
de dormir, casi niña,
y tu respiración tan limpia que es suspiro
y llega casi al beso.
Te estoy acompañando. Despiértate. Es de día. (19)
y la mañana de la almohada,
el oleaje de las sábanas,
me dan camino a la contemplación,
no al sueño, pon, pon tus dedos
en los labios,
y el pulgar en la sien,
como ahora. Y déjame que ande
lo que estoy viendo y amo: tu manera
de dormir, casi niña,
y tu respiración tan limpia que es suspiro
y llega casi al beso.
Te estoy acompañando. Despiértate. Es de día. (19)
Joan
Margarit Consarnau es el último poeta de este ciclo. Arquitecto y poeta
“rescata, de la arquitectura, su profesión, una concepción del poema como
edificio o síntesis de la vida. [...] El poema, en Margarit, trabaja con
objetos, con olores, con fotografías, con paisajes, con pinturas, para
construir una visión depurada de la realidad cotidiana, lo cual quiere decir,
en gran medida, para avivar la memoria. Todo ello tiene un efecto inducido
sobre la cosmovisión que traslada al lector: la muerte asoma siempre” (20).
En esta ocasión, el poema de Joan Margarit nos presenta una voz lírica que se
desplaza en un espacio cerrado para salir al exterior, donde el tiempo envejece
todo y el poeta retorna a una oscuridad parecida a cuando estemos muertos. Me recuerda vagamente las oscuras viñetas
de ciertos cómics y algunas secuencias de películas de serie negra.
INSOMNIO
Desnuda
entre los brazos de aquel hombre,
lúcido
y cruel te quemo en mi recuerdo.
Pienso
en esto de noche junto a ti,
mientras
estás dormida, en la penumbra.
Puedo,
en la silla, distinguir tu ropa:
un
sostén negro está sobre el respaldo
y
una media que cuelga roza el suelo
cerca
de los zapatos,
que
yacen como pájaros caídos.
Apagada
la luz, tú y yo somos dos sombras,
una
durmiendo y la otra desvelada.
Me
levanto y contemplo el laurel negro
bajo
la helada noche de diciembre:
esa
que ahora cubre, en algún sitio,
una
ventana y detrás de ella un hombre
que
te ha olvidado y se va haciendo viejo.
La
oscuridad ahora es una alfombra
extendida
en el patio: la misma oscuridad
de
cuando estemos muertos y no quede
más
que la noche, sin amor ni historias. (21)
NOTAS
1 De “mi invento”, en más de cien pasos de baile. María
Guivernau, Editorial Saudade poesía. Toledo, 2015.
2 En Historia de Gloria. Amor, humor y desamor. Ed. Cátedra. Madrid,
2006.
3
1 Corintios. 13:7.
4 De “Entresuelo”, en Recuento de poemas. Jaime Sabines. Ed.
Visor libros. Madrid, 2014.
5 De “Bombardeo” en Obras completas. Ángela Figuera
Aymerich. Ed. Hiperión Madrid, 1999.
6 Eros y Thánatos: la mística del amor en
los Sonetos del amor oscuro de Federico García Lorca. Verónica Leuci.
Universidad Nacional de Mar del Plata. 2008.
7 En Sonetos del amor oscuro. Federico García Lorca. Ed. Lumen. 2010.
8 En Antología de poetas prostitutas chinas (Siglo V - Siglo XXI).
Guojian Chen. Ed. Visor. Madrid, 2010.
9 Xue Tao, en Antología de poetas prostitutas chinas (Siglo V - Siglo XXI).
Guojian Chen. Ed. Visor. Madrid, 2010.
10 Nie Shengqiong, en Antología de poetas prostitutas chinas
(Siglo V - Siglo XXI). Guojian Chen. Ed. Visor. Madrid, 2010.
11 De “maldecirte”, en más de cien pasos de baile. María
Guivernau, Editorial Saudade poesía. Toledo, 2015.
12 En Las cosas no tienen mamá, Tina Suárez Rojas. Ediciones Idea. Santa
Cruz de Tenerife, 2008.
13 Antología comentada de la Poesía lírica española.
M. Díez y P. Díez Taboada. Ed. Cátedra.
14 En Alondra de verdad. Gerardo Diego. Ed. Castalia. Madrid, 1996.
15 En El exilio en el lenguaje: el camino hacia el poema. La voz a ti debida
como ontología. Gracia María Angulo Flores. Universidad católica de Perú.
Lima, 2008.
16 En Poesía. Pedro Salinas. Alianza Editorial. 2003
17 En Un milagro llamado Claudio Rodríguez. Javier Rodríguez Marcos. Babelia.
El país. Sábado, 14 de agosto de
2010.
18 En La poesía de Claudio Rodríguez (La construcción del sentido imaginario).
Fernando Yubero- Ed. Pre-Textos. Valencia, 2003.
19 En “El vuelo de
la celebración”. Claudio Rodríguez. Poesía completa (1953-1991). Ed. Tusquets.
2004.
20 En Cálculo de estructuras. Joan Margarit. Ed. Visor. Madrid, 2005.
21 Ídem.