GLORIA
FUERTES Y JOSÉ LUIS ALONSO DE SANTOS, INYECTORES DE AMOR Y HUMOR EN LO
DESAPACIBLE
Diego
Vadillo López
Escritor,
profesor y crítico de Arte y Literatura
Hay
dos escritores en las letras españolas cuyo susurro literario se me antoja muy
parecido. El hálito que siento al leer a ambos porta muy similares trazas,
quizá porque ambos disponen encantadoras islas de ternura y humorismo
literarios en el epicentro de los más desolados panoramas, esos que con tanta
frecuencia acontecen en sus respectivas piezas (poéticas y teatrales). Por una
parte plasman magistralmente la faz más desapacible de entre las ofrecidas por
la realidad, a la que acostumbran a erigir en “leit motiv” de sus argumentos,
y, por otra, incluyen ese rasgo de humanidad, afecto y fe en el ser humano,
presto a aflorar cuando menos se espera, precisamente por residir en
determinados reductos de lo inhóspito. La aludida ternura precisamente suele emerger
de la manera más ostensible merced al contraste que tal revelación, en un
momento dado, viene a suponer. Semejante riqueza de matices hace que la
literatura de ambos se manifieste más cercana a la realidad circundante, dado
que dicha realidad, qué duda cabe, es compleja y rica en matices.
El humor de Gloria Fuertes y de José
Luis Alonso de Santos es una característica ligada a sus respectivas visiones
pesimistas, “ergo” hay un hondo componente existencial en el uso del humorismo
por ambos. Pablo González Rodas apuntaba, en lo tocante a Gloria Fuertes, que
en esta el humor vendría a ser una “coraza firme que impide el
resquebrajamiento total” (1); en el caso de Alonso de Santos, César Oliva traía
unas declaraciones de este en las que afirmaba sentirse iconoclasta y distante
de lo cotidiano, circunstancia que conseguía reflejar muy afinadamente a través
del humor (2).
La ironía es habitual moneda de
cambio en ambos, que, esperanzados en algún momento y descreídos a la postre,
reflejan todos esos rasgos desalentadores que el colectivo panorama ofrece y
tejen una literatura primorosa, dechado de perspicaz denuncia y hábil pericia
técnica.
Parece que, conscientes ambos de que
la vida simultanea escenas diversas y dispares en una coreográfica y macabra
inarmonía, se hubieran empeñado nuestros escritores en elaborar una literatura
en la que todo cupiese y en la que todo contribuyese a la suscitación de la
atmósfera idiosincrásica que ambos han ido tejiendo en torno a sus respectivos
ingenios y por entre la cual la sordidez no es evadida y sí trocada tiernamente
en múltiples ocasiones con humor y amor. En semejantes términos teorizaba
González Rodas: “Más que un hacer, la poesía para Gloria es un deber; es estar
consciente de la realidad que nos circunda y expresarla resaltando unas veces
su belleza y las más, el desamparo, la injusticia y el dolor que la componen” (3). Sobre Alonso de Santos apuntaba lo siguiente César
Oliva:
“‘Me
han preguntado muchas veces por qué la mayoría de mis obras hablan de
marginados y de víctimas que no se resignan a serlo’, dice el autor en una
especie de breve introducción a ‘Yonquis y Yanquis’ (1996). En efecto, como en ‘Bajarse
al moro’, en ‘Vis a vis en Hawai’, en ‘Salvajes’, como en tantos otros textos,
José Luis Alonso de Santos está hablando de una realidad impropia de la norma
social de la comedia, pero coherente con la sociedad contemporánea en que
vivimos. Tan coherente, como que ese estado de marginalidad es posible por
culpa de la misma sociedad. Estamos ante una realidad poco grata, fea, cruda y
cruel, caracterizada por un apreciable número de personajes salidos de ese
medio sórdido e ingrato, con terribles historias detrás. Y todo ello, dentro de
una línea estética que ha caracterizado la producción dramática de Alonso de
Santos, cuya entidad como autor le hace participar de géneros tan dispares como
el sainete y la tragedia” (4).
Gloria
Fuertes y José Luis Alonso de Santos emparentan, una a través del cauce poético
y el otro por la más convencional vía teatral, con ciertos aspectos del
sainete, a través de los cuales llegan muchas veces a la tragedia grotesca. A
lo que nos referimos cuando hablamos de sainete es a “obritas que son cuadros
de género o costumbristas, en las que se critican y —a veces— ridiculizan modas
y usos sociales, desde una perspectiva realista […] y con una intención
didáctica y moralizante” (5). En este subgénero
también se suelen trasladar ambientes populares abordados con prisma realista y
mediante diálogos jacarandosos. Y cuando al sainete se le añade cierto
componente caricaturesco se obtiene un resultado trágico y grotesco que llega a producir “efectos tanto cómicos
como poéticos” (6).
Nuestros escritores acostumbran a
partir de un costumbrismo que, en un momento dado, se torna no complaciente por
lo irónicamente enunciador-denunciador. Y es que el gracejo y desparpajo que
ambos emplean, generando harta hilaridad, no ocultan el escenario y
circunstancias que refieren. Veamos, por ejemplo, en dos pasajes, uno de cada
cual, cómo es atraído el tema de la prostitución:
OTRA
CHICA DE ALTERNE
—Soy
de un pueblo sin mozos.
Yo
quería ser bailarina ¿sabe?
…
estudié ballet,
pero
era muy duro para mí
seis
horas de barra.
Ahora
también hago la barra
pero
es otra cosa con ginebra y tíos.
Hay
noches que procuro no “ligar” ¿sabe?
Me
invento historias…
—el
casado se asusta
me
paga y se va—.
Y yo
como una reina
a mi
pensión solita
a oír
el diario hablado.
Tan
ricamente (7).
Observamos
cómo el poema posee incluso tintes astracanescos y, pese a suscitar el uso del
lenguaje, ingenioso y desenfadado a un tiempo, cierto regocijo, al fondo queda
un hondo poso de marginalidad y desencanto, semejante al que suscita el
siguiente fragmento teatral:
CAMARERA.
La Tere hoy no viene. Está en el hospital. Me lo ha dicho la Juli, que se lo
habían contado aquí al lado, en La Española.
MUJER.
¿En el hospital? ¿Qué le ha pasado? ¿Le ha pillado un coche, o qué?
CAMARERA.
No sé. A mí sólo me ha dicho la Juli que estaba en el hospital.
MUJER.
De todas formas, aunque no venga la Tere, están también la Charo y la Juli.
¡Ah! Y Juani “la gorda”.
CAMARERA.
Juani “la gorda” no se come una rosca. Y las otras dos no te llegan a ti ni a
la suela del zapato.
MUJER.
Aunque esté yo sola no me lo saco, te digo. Ya ves cómo va la noche, fatal.
Debe ser por la televisión. Como retransmiten la guerra, se queda todo el mundo
en casa a verla.
CAMARERA.
Pues súbeles la tarifa a los que vengan. Diles que con guerra, follar es más
caro. Por lo del petróleo y esos jaleos que dicen en la tele.
MUJER.
Sí, a ver si te crees tú que los americanos son tontos, aunque sean nuevos. Lo
primero que hacen al llegar a la Base en los aviones es preguntar cuánto cuesta
echarse un quiqui aquí en España (8).
También
comparten Fuertes y Alonso de Santos el gusto por la traslación del lenguaje
callejero a sus obras; ambos participan del frecuente uso de los registros coloquial
y vulgar, dotando Gloria a su voz poética y José Luis a las de muchos de los
personajes de sus obras de ese habla descocada que acaba integrándose en el
conjunto como recurso poético en sus dimensiones lírica y epistemológica.
Gloria en un pasaje del poema “La casa de enfrente” se expresaba así: “[…]/Se
jode a troche y moche/día y noche,/ aunque niños no nacen,/—ni siquiera los
hacen—.//Trompas ligadas,/abrigos de visón/en excriadas. […]” (9). Veamos un pasaje de “Yonquis y yanquis”, de Alonso
de santos:
ÁNGEL.
Que yo ya no me pongo, te he dicho. He vuelto limpio del trullo.
NONO.
¿Sí? ¿Y cómo lo llevas? ¿No te da el mono?
ÁNGEL.
Jodido lo llevo, pero no me pongo.
CHARLY.
Bueno, ¿vamos a por ése o no? Porque si nos vamos a quedar aquí metidos toda la
noche diciendo paridas, yo me abro.
NONO.
Y yo, que tengo una titi esperándome para follar, que lo sabe el Ángel (10).
El
propio contexto de “Yonquis y yanquis” es del todo deprimido y deprimente,
transcurriendo gran parte de la trama por entre los avatares de una familia
desestructurada, como parece suceder en el siguiente poema de Gloria Fuertes:
NEORREALISMO
El
orinal estaba descascarillado,
el
niño se hirió el culito.
El
niño no cicatrizaba.
Llamaron
a la nodriza.
La
curandera le recetó pomada.
El
culito del niño no mejora nada.
El
padre llegó bebido como todos los sábados.
La
madre zurcía la sábana de quita y pon.
Los
siete hermanitos
dormían
felices y hambrientos
en la
sola alcoba del apartamento.
Solo
dormía y lloraba
el
pequeño del culito infectado.
El
padre pega al pequeño
antes
de abrazar a su mujer
para
hacerle otro (11).
Y
por entre la marginalidad brota en las obras de ambos el lance confesional que
viene a explicar en cierto modo el porqué de ciertos “modus operandi” puestos
en liza. Y sobre ese dejarse explicar a los personajes y a las propias
circunstancias salta a la palestra una desafección hacia la política y hacia
ciertos rasgos del sistema capitalista de fondo, siendo con frecuencia ambos
aspectos escarnecidos al quedar expresado el absurdo imperante en el mundo en
relación al cual erigen sus respectivas literaturas nuestros autores.
NOTAS
[1] González Rodas, Pablo (Edición de):
“Introducción” en “Historia de Gloria. Amor, humor y desamor”, Cátedra, Madrid,
2008, pp. 31-53, cf. p. 31.
2 Cf. en Oliva, César (Edición de):
“Introducción” en “Yonquis y yanquis. Salvajes (Dos tragedias cotidianas)”,
Castalia, Barcelona, 2012, pp. 7-17, p. 44.
3 González Rodas, Pablo: “Op. cit.”, p.
33.
4 Oliva, César: “Op. cit.”, p. 17.
5 Ochando Madrigal, Emilia: “Del sainete
al esperpento (evolución de los géneros literarios en España)”, “Revista de la
Facultad de Educación de Albacete”, nº 8 (1993), pp. 111-118, p. 111.
6 “Ibid.”, p. 115.
7 Fuertes, Gloria: “Historia de Gloria.
Amor, humor y desamor”, Cátedra, Madrid, 2008, pp. 291-292.
8 Alonso de santos, José Luis: “Yonquis
y yanquis. Salvajes (Dos tragedias cotidianas)”, Castalia, Barcelona, 2012, p.
106.
9 Fuertes, Gloria: “Op. cit.”, p. 85.
10 Alonso de Santos, José Luis: “Op.
cit.”, p. 114.
11 Fuertes, Gloria: “Op. cit.”, p. 309.