EL SEMBLANTE DEL POETA
Alexander
Anchía Vindas
Poeta
y narrador costarricense, profesor de la Universidad
Autónoma de Centro América
¿Cómo imaginan ustedes que es un poeta en la
posmodernidad?... ¿Qué semblante debería tener un poeta?...
La
sociedad posmoderna es prolífica en estereotipos, gusta de encasillar a las
personas según su profesión. Así, ante alguien que ejerce como abogado, le
presupondremos persona locuaz, diligente, bien vestida. Si se piensa en un
periodista, probablemente concordaremos describiendo a alguien empático, con
capacidad de entablar contacto con cualquier persona. En el caso de un
vendedor, probablemente pensaremos en alguien simpático, que genera confianza,
etc.
En
cambio, un poeta, si se asocia a que el poeta retrata en sí las vivencias
personales y otras, probablemente se caería en el error de aseverar que los
poetas siempre tienen una palabra en la boca, que son extrovertidos, reyes de
los bares, que son ávidos concertistas
de trovas, amigos de compartir tragos alrededor de una buena conversación, que
viven el momento, que son teóricos más que prácticos. A lo mejor si le
preguntaran a alguna chica que cuál sería el poeta de sus sueños, aparte de
pedir una serie de requisitos físicos, probablemente pediría que dicho poeta,
para ser digno de su amor, aparte de escribir cosas bonitas, debería ser una
persona interesante, extrovertida, tener temas de conversación; tendría que ser
bohemio, arriesgado, aventurero y, a ser posible, el alma de la fiesta, es
decir, pensaría que habría de atesorar esos y quizá aun más rasgos, siendo, en
definitiva, alguien muy diferente a lo que suelen ser las personas
convencionales.
Es
posible que muchas de esas características tenga un poeta en algún espacio de
su vida o permanentemente y eso no implica que sea mejor o peor que otro.
Cierta
vez, leí un libro de Tim La Haye acerca de los temperamentos, según este autor
venimos al mundo programados por los genes y nos comportamos según la información
de nuestro ADN; el autor La Haye usaba la clasificación del médico antiguo
Hipócrates para asociar las distintas personalidades en cuatro tipos. Además
decía que las personas suelen escoger sus profesiones, oficios o vocaciones
según tal predestinacion. Pues La Haye sugiere que las personas que suelen ser
poetas, están muy alejados del prototipo descrito en líneas anteriores. Para este psicólogo un poeta que triunfe debe
provenir de un temperamento predominantemente flemático o melancólico, en cuyo caso
se distancia de la personalidad que la sociedad puede establecer, mas pensamos
que lo afirmado por La Haye no es completamente cierto. Hay otros poetas que no son extrovertidos, ni
cuentan chistes, ni son gentes populares con la que todos desean estar. Pero en
una sociedad como en la que vivo, en donde las oportunidades relacionadas con
el conocimiento de personas, contactos, posibilidades laborales están
destinadas a la gente hábil, sagaz, extrovertida, amigable, simpática; no
importan tanto sus valores, su conocimiento, experiencia, su rigor, su
disciplina. Sería incomprensible e inimaginable que un poeta que no se ajuste a
perfil de la sociedad sea exitoso y, lo que es aun más grave, que incluso se le
considere un poeta, aunque escriba muy bien. Probablemente, muchos dudarían que
el poeta introvertido, apartado y con aire melancólico sea quién escribió tales
versos.
Para
el poeta venezolano Rafael Cadenas, el título de poeta es solo eso, como puede
ser el título de médico, de abogado. El poeta es ante todo un ser que lucha,
que tiene hambre, que cuando está enfermo engrosa la fila de emergencias de un
hospital pidiendo atención; alguien que como todos tiene que salir día a día a
este mundo convulso, hacerse un sobreviviente más, a veces competir con otros
para su subsistencia. Su título no lo exime de lo cotidiano. Por cierto, nadie
más alejado del estereotipo bohemio, extrovertido y hablador, que Cadenas, una
persona a la que además de admirar por su poesía, admiro por su profundidad,
agudeza, modestia y cercanía con la vida.
He
leído biografías de poetas que en vida se alejaron de ser personas populares,
extrovertidos, fiesteras, bohemias y optaron por otra vida, tuvieron otro
semblante, personas a las que la vida les costó mucho porque su arte no fue en
dicha vida suficientemente reconocido; su don no los salvó de las puertas que
no se abrieron ante su aliento, ni de la marginación. Poetas con la expresión
agria en el rostro producto de la dureza de la vida. Sin embargo, su arte es
magnífico y perdura, ¿quién podría decir que tras los rostros de
Pizarnik, Odio, Hierro y muchos otros poetas más, no se esconde un magnífico
arte? Aún hoy hay gente que no le presta atención a un artista solo por no
tener un semblante ajustado al estereotipo.
Saber
si un poeta es bueno o malo, no depende de su semblante o de su vida privada
llena de amistades, de fiesta, de simpatía; depende esencialmente de su
profundidad, de su rigor, de su forma de convivir con la soledad y con sus
fantasmas, con su capacidad de traducir el asombro y las maravillas y
expresarlas en palabras.
Sin
embargo, para usted, ¿qué semblante debería tener un poeta digno de su lectura?