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ALEXANDER ANCHÍA VINDAS: LA MUERTE DE LA AMADA EN LA POESÍA

miércoles, 1 de febrero de 2017

LA MUERTE DE LA AMADA EN LA POESÍA

Alexander Anchía Vindas
Poeta y narrador costarricense, profesor de la Universidad Autónoma de Centro América

Comenzaré este breve análisis con la cita de Edgar Allan Poe que decía: “La muerte de una mujer hermosa es sin duda el motivo más poético del mundo”. Lo dice un escritor que predicó con el ejemplo, de ello da cuenta su célebre obra: El Cuervo, que supone un monólogo interior, indefinible y sincrético, oscilante entre los géneros poético y teatral y el subgénero confesional que mediante el cauce del monólogo interior, el cuervo representa a un sacerdote (no en vano ambos comparten la negrura de sus respectivos envoltorios exteriores.).
         Para esta reflexión no me iré por lo Apolíneo que constituyen las reglas y permisos que la literatura concede o exige, simplemente haré la interrelación en cuatro autores de épocas diferentes aunque dos de ellos comparten la misma lengua. Lo Apolíneo se lo dejo a los profesores de Literatura que gustan de medir versos y descubrir las rimas ocultas y otras licencias. Además, cada lengua tiene sus propias modas y reglas. Ocasionalmente se hablará de ello.
         Aunque la frase de Edgar Allan Poe es estremecedora, ciertamente, muchos poetas en diferentes espacios de su vida suelen quedarse viudos o sin pareja; aquí traigo a cuatro autores que lograron plasmar e inmortalizar tal vivencia, suponiendo un claro testimonio de lo antedicho.
         Comenzaré por el más antiguo de los cuatro escritores sometidos a esta pequeña remembranza: Francesco Petrarca con “La Muerte de Laura”. Petrarca uno de los representantes del “quattrocento”, después de Dante probablemente sea el poeta más significativo de este periodo, con una métrica totalmente endecasílaba, que pasaría al castellano a través de Garcilaso y Boscán. Comienza Petrarca recordando su experiencia con Laura; afirma en su poema:

“Sus ojos que canté amorosamente,
su cuerpo hermoso que adoré constante,
y que vivir me hiciera tan distante
de mí mismo, y huyendo de la gente”

         Y sigue: “¡Sin embargo vivo todavía!”, esta frase es sin duda muy impactante porque atrae la complicidad del lector y brinda un giro a los acontecimientos.
         Continúo con Robert Browning con su célebre poema “Evelyn Hope”. Comienza nuestro poeta llamando la atención sobre un acto trivial como el que desarrolla cualquier persona en una vela: “Siéntate y contempla su cuerpo por una hora”.
         La imagen recurrente de una mujer estática dentro de un féretro. Browning propone un poema más extenso comparable en extensión casi con “El Cuervo”, pero debidamente separado por estrofas, entrelaza frases coloquiales con espacios poéticos profundos, por ejemplo: “Tu alma era limpia y honesta// los benevolentes astros fundieron tu destino”. Es importante en un poema lírico largo esa combinación entre frases más coloquiales con versos metafóricos.
         “El Cuervo” en sí es un tratado o la historia de una muerte comparable con textos en prosa como “Crónica de una muerte anunciada”, pero sin duda el lector siente a flor de piel la angustia, la previa hasta el momento consumado de un deceso. Es un poema conductista por etiquetarlo de una forma, no muestra una historia si no la forma de un sentimiento; como este evoluciona:

“Vuelvo a mi habitación, y sintiendo toda mi alma abrasada, no tardé en oír de nuevo un golpe, un poco más fuerte que el primero. “Seguramente -me dije-, hay algo en las persianas de la ventana; veamos qué es y exploremos este misterio: es el viento, y nada más”.
“Por el cielo que se extiende sobre nuestras cabezas, por ese Dios que ambos adoramos, di a esta alma llena de dolor si en el lejano paraíso podrá abrazar a una santa joven, a quien los ángeles llaman Leonora. Abrazar a una preciosa y radiante joven a quien los ángeles llaman Leonora”. El cuervo dijo: ‘¡Nunca más!’”

         En este poema el Cuervo se convierte en un confesor y en una figura en quién descargar la frustración, el enojo y la tristeza, este poema es muy humano, porque Poe introduce en él una figura de desahogo, comprende que el ser humano ante tan fuerte acontecimiento necesita alguien o algo con quién desahogarse.
         El ultimo poeta a quién me referiré que asume este tema en uno de sus poemas viene de la tradición alemana aunque de nacionalidad checa es Rainer María Rilke y titula su poema como se titula el tema de esta reflexión: “La Muerte de la Amada”

“De la muerte, él sabía lo que todos:
 que nos coge y nos lanza al mutismo.
 Pero cuando ella, no arrancada de él,
 sino apartada en silencio de sus ojos”

         En el caso de Rilke no hay una mención específica al nombre de una mujer.
         Cada uno de los poetas con sus reglas sintácticas, morfológicas y poéticas no repite enfoques.

         Lo importante de esta comparación consiste en demostrar con este tema que se pueden esbozar infinita cantidad de matices, cada uno de estos poemas es radicalmente diferente del otro y radicalmente bello, se puede notar que el tema no se agota y está lejos de agotarse, cada poeta aborda de acuerdo a su situación y su vivencia la circunstancia demostrando que el  universo de la poesía es infinito.


 
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