LA
MUERTE DE LA AMADA EN LA POESÍA
Alexander
Anchía Vindas
Poeta
y narrador costarricense, profesor de la Universidad
Autónoma de Centro América
Comenzaré
este breve análisis con la cita de Edgar Allan Poe que decía: “La muerte de una
mujer hermosa es sin duda el motivo más poético del mundo”. Lo dice un escritor
que predicó con el ejemplo, de ello da cuenta su célebre obra: El Cuervo, que
supone un monólogo interior, indefinible y sincrético, oscilante entre los
géneros poético y teatral y el subgénero confesional que mediante el cauce del
monólogo interior, el cuervo representa a un sacerdote (no en vano ambos
comparten la negrura de sus respectivos envoltorios exteriores.).
Para esta reflexión no me iré por lo
Apolíneo que constituyen las reglas y permisos que la literatura concede o
exige, simplemente haré la interrelación en cuatro autores de épocas diferentes
aunque dos de ellos comparten la misma lengua. Lo Apolíneo se lo dejo a los
profesores de Literatura que gustan de medir versos y descubrir las rimas
ocultas y otras licencias. Además, cada lengua tiene sus propias modas y
reglas. Ocasionalmente se hablará de ello.
Aunque la frase de Edgar Allan Poe es
estremecedora, ciertamente, muchos poetas en diferentes espacios de su vida
suelen quedarse viudos o sin pareja; aquí traigo a cuatro autores que lograron
plasmar e inmortalizar tal vivencia, suponiendo un claro testimonio de lo
antedicho.
Comenzaré por el más antiguo de los
cuatro escritores sometidos a esta pequeña remembranza: Francesco Petrarca con
“La Muerte de Laura”. Petrarca uno de los representantes del “quattrocento”,
después de Dante probablemente sea el poeta más significativo de este periodo,
con una métrica totalmente endecasílaba, que pasaría al castellano a través de
Garcilaso y Boscán. Comienza Petrarca recordando su experiencia con Laura;
afirma en su poema:
“Sus
ojos que canté amorosamente,
su
cuerpo hermoso que adoré constante,
y
que vivir me hiciera tan distante
de
mí mismo, y huyendo de la gente”
Y sigue: “¡Sin embargo vivo todavía!”,
esta frase es sin duda muy impactante porque atrae la complicidad del lector y
brinda un giro a los acontecimientos.
Continúo con Robert Browning con su
célebre poema “Evelyn Hope”. Comienza nuestro poeta llamando la atención sobre
un acto trivial como el que desarrolla cualquier persona en una vela: “Siéntate
y contempla su cuerpo por una hora”.
La imagen recurrente de una mujer
estática dentro de un féretro. Browning propone un poema más extenso comparable
en extensión casi con “El Cuervo”, pero debidamente separado por estrofas,
entrelaza frases coloquiales con espacios poéticos profundos, por ejemplo: “Tu
alma era limpia y honesta// los benevolentes astros fundieron tu destino”. Es
importante en un poema lírico largo esa combinación entre frases más
coloquiales con versos metafóricos.
“El Cuervo” en sí es un tratado o la
historia de una muerte comparable con textos en prosa como “Crónica de una
muerte anunciada”, pero sin duda el lector siente a flor de piel la angustia,
la previa hasta el momento consumado de un deceso. Es un poema conductista por
etiquetarlo de una forma, no muestra una historia si no la forma de un
sentimiento; como este evoluciona:
“Vuelvo
a mi habitación, y sintiendo toda mi alma abrasada, no tardé en oír de nuevo un
golpe, un poco más fuerte que el primero. “Seguramente -me dije-, hay algo en
las persianas de la ventana; veamos qué es y exploremos este misterio: es el
viento, y nada más”.
“Por
el cielo que se extiende sobre nuestras cabezas, por ese Dios que ambos
adoramos, di a esta alma llena de dolor si en el lejano paraíso podrá abrazar a
una santa joven, a quien los ángeles llaman Leonora. Abrazar a una preciosa y
radiante joven a quien los ángeles llaman Leonora”. El cuervo dijo: ‘¡Nunca
más!’”
En este poema el Cuervo se convierte en
un confesor y en una figura en quién descargar la frustración, el enojo y la
tristeza, este poema es muy humano, porque Poe introduce en él una figura de
desahogo, comprende que el ser humano ante tan fuerte acontecimiento necesita
alguien o algo con quién desahogarse.
El ultimo poeta a quién me referiré que
asume este tema en uno de sus poemas viene de la tradición alemana aunque de nacionalidad
checa es Rainer María Rilke y titula su poema como se titula el tema de esta
reflexión: “La Muerte de la Amada”
“De
la muerte, él sabía lo que todos:
que nos coge y nos lanza al mutismo.
Pero cuando ella, no arrancada de él,
sino apartada en silencio de sus ojos”
En el caso de Rilke no hay una mención
específica al nombre de una mujer.
Cada uno de los poetas con sus reglas
sintácticas, morfológicas y poéticas no repite enfoques.
Lo importante de esta comparación
consiste en demostrar con este tema que se pueden esbozar infinita cantidad de
matices, cada uno de estos poemas es radicalmente diferente del otro y
radicalmente bello, se puede notar que el tema no se agota y está lejos de
agotarse, cada poeta aborda de acuerdo a su situación y su vivencia la
circunstancia demostrando que el
universo de la poesía es infinito.