Alexander
Anchia Vindas
Poeta
y narrador costarricense, profesor de la Universidad Autónoma de Centro América
Como bien les he hecho saber, el propósito
de esta sección es divulgar libros y obras de autores como mínimo vivos, ya que
los clásicos por sí mismos tienen mucho lustre encima, mucha flor les nace.
Recuerdo
el año de 2002, cuando un joven, ávido de aprender de Literatura, seguía y acompañaba
a un maestro, en aquel entonces de mediana edad, contemplando con asombro cómo,
sacando dinero de su bolsillo, le sonreía y le regalaba una sonrisa acompañada
de su libro.
Les
confieso que una de las razones por las que sugerí esta sección se debe a este
libro y a mi pésima actitud de tener aquel libro empantanado por años, pues
solo me llamaba la atención su diseño. Imagino que eso le pasó a Jesucristo,
cuando dijo tantos sermones y pocos de sus amigos se atrevieron a repasar la
materia.
Así
las cosas, buscando un libro para uno de mis alumnos apareció el viejo libro “Lección
de Física” y fue redescubrir a aquel maestro que tanto me hizo amar la
narración, de quien tanto aprendí en el Marco del Simposio de “Libertad y
Poesía” organizado en mi país. El gran maestro a quien me refiero se llama Ednodio
Quintero y es de los narradores latinoamericanos más importantes de nuestros
días.
José
Miguel es el nombre común de un muchacho adolescente que, como cualquier otro,
avanza en la vida y, en un momento dado, descubre que desea ser físico siguiendo,
al fin, dicha senda en su adultez. “Lección de Física” no es un libro de
fórmulas, ni laberintos. Universaliza la Física y nos hace ver que esta es
inevitable en nosotros; la Física, de alguna forma, una vez que Dios nos trae,
es la que sigue el trabajo. José Miguel se hace físico pensando que va a
dominar a la Física y es esta la que inevitablemente termina dominándolo a él.
A veces se percata de que esa ciencia que actúa silenciosa en su propio cuerpo,
imponiéndole sus condiciones. A José Miguel el componente a veces sorpresivo de
la Física termina desbordándolo.
Ednodio
es autor de poca descripción, pero cuando hace uso de dicha tipología
discursiva, esta se torna muy atractiva en su pluma, pues la maneja de forma
viva y vinculante. Léase la introducción del capítulo del guerrero: “Yo nací en
un lugar agreste de la montaña entre peñascos y farallones. En una casa de
suelo de tierra apisonada, paredes blanqueadas con cal, techo de niebla. Casa
grande patrio enladrillado y solar con naranjales amargos y una higuera…”.
Pero
el pasaje que más me gustó está en la página 133: “La besaré en la mejilla para
comenzar. Dicen que al primer contacto, por efectos de la electricidad, la
sangre sube a la cara. La piel se enciende, arde el cuello cerca de las
orejas”. Este pasaje habla de cómo José Miguel, no inocentemente, sino
físicamente o por medio de una explicación científica, lejos de bestializar un
contacto sexual, lo idealiza, lo santifica. Con una capacidad de erotismo,
ternura y efecto inevitable de las fuerzas naturales; Ednodio pone a su
personaje de cara al amor, eso que no se entiende pero que se da inevitablemente.
El amor es parte de la Física, pero de ese ámbito de la Física que no podrá
controlar su protagonista. José Miguel es un personaje redondo, aparentemente
no es un antihéroe… Pero yo sí me atrevo a ponerlo como un antihéroe de
nuestros días, no es el clásico torpe, o loco, sino aquél antihéroe que decide
no complicarse, vivir una vida inadvertida, donde no se llega a entender la
magnitud del cosmos, ni de las clásicas preguntas que diferencian a un refrito
de una verdadera obra literaria: ¿Por qué razón estamos aquí? ¿Qué habrá
después de que nuestros cuerpos se unan en polvo al universo? El libro no
contesta a esas preguntas, pero las atenúa, las hace inofensivas a nosotros;
nos hace, además, ver la vida con cierta tranquilidad emplazándonos a
disfrutarla y vivirla en plenitud.
Definitivamente
“Lección de Física” tiene todos los elementos necesarios para convertirse en un
gran clásico en un momento dado.