En
España, y suponemos que en la mayor parte de países, los intelectuales (salvo
escasas y raras excepciones) nunca se han llevado bien con la política ni han
sido competentes ejercientes de tales cargos, quizá porque esta actividad está
regentada por unos parámetros burdos desde siempre.
El
caso de España es significativo porque desde antiguo engendró numerosos y
afinados intelectuales y artistas y nefastos políticos. Y pocos como
Valle-Inclán lo supieron expresar mejor y más plásticamente negro sobre blanco.
Hoy
el sarcástico gallego habría hallado un caldo de cultivo para llevar a lo
literario el esperpento que señorea nuestra política parlamentaria. Y es que como
afirma en El País Manuel Alberca: “Su
mirada sobre la historia y la política nacional fue extravagante, crítica, más
aún, punzante, y sobre todo contradictoria.”
Se
cumplen 150 años del nacimiento de Valle-Inclán y, como suele ser habitual,
España no está a la altura de tal aniversario porque se encuentra distraída en
un burdo juego de intereses espurios.
Para
leer el artículo de Manuel Alberca pínchese el siguiente link: