“Cuando
Cervantes desembarcó en Argel, se topó con una ciudad espesa, cuentan las
Topografías de la época. Su laberíntica, apretujada y caótica fisonomía
conformaba una metrópoli habitada por 100.000 almas de las que 25.000 eran
esclavos. La economía de aquel zoco por donde serpenteaban en pos de su
supervivencia cautivos de todo el Mediterráneo, además de saldos apresados en
encarnizadas batallas y escaramuzas navales, se basaba en el tráfico de seres
humanos.”
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