En el marco del Centenario del
Genocidio Armenio, terrible circunstancia sufrida por el pueblo armenio a manos
del Imperio Otomano, resultan felices iniciativas como la de la editorial Mundibook,
que ha sacado a la luz la novela de Francesc Hidalgo “Hija de la Diáspora”,
obra que da cuenta, a través del testimonio de una superviviente, de tan
funesto y trágico episodio de la historia de la humanidad, nada menos que el
intento de extermino de este grupo humano.
Semejante barbarie es a todas
luces inexplicable, mas nos parece interesante traer aquí un artículo del
profesor Antonio Elorza publicado en “El País” (“¿Qué es genocidio?”, 6-5-15)
donde el catedrático explica magistralmente el concepto de “Genocidio” a la luz
de la aparición de otro libro coeditado por Araceli Manjón-Cabeza y por él
mismo, “Genocidio, escritos de Raphaël Lemkin”, en el que se compilan artículos
del jurista que acuñó el término que, como vamos a ver, ha servido para definir
con precisión circunstancias como la sufrida por el pueblo armenio, para cuya
alusión no serían suficientes expresiones como “crimen de guerra” o “crimen
contra la humanidad”, utilizada esta última en referencia al caso armenio que
nos está ocupando, si bien, en palabras de Elorza: “la diferencia reside en que
aquellos son acciones o episodios, puntuales o acumulativos, en tanto que el
genocidio los engloba en el seno de un proceso de destrucción generalizado,
contra una nación, una raza o una religión. […] el genocidio requiere la
motivación, la voluntad de extinguir al grupo que los sufre”. Asimismo, aclara
Elorza que se ha de partir de un planteamiento maniqueo y conspirativo, que fue
del que partió el Partido de los Jóvenes Turcos, nutrido con un coctel con
ingredientes como los que enumeraba el politólogo: “el exterminio armenio
encuentra en su génesis a un nacionalismo militarista, reforzado por la
religión y por un componente etnicista, y activado por otra frustración, la
derrota turca de 1913 en las guerras balcánicas. Sin olvidar el antecedente de
la lógica de aplastamiento implacable de toda disidencia por el imperio
otomano”, por tales motivos se quiso eliminar a aquella parte del cuerpo social
a la que se concebía como antinacional y contrarrevolucionaria.
Hoy el pueblo armenio se niega
a olvidar, y es saludable que así sea porque los seres humanos tendemos a
incurrir en funestos errores de manera reiterada (recordemos a hutus y a
tutsis).