Ha
visto la luz el número 38 de la revista “Reino de las Letras” (“Regatul
Cuvantului”, en la que tiene sección habitual como crítico de arte nuestro
colaborador Diego Vadillo López, que en esta ocasión publica un artículo sobre
Valle-Inclán y Francisco Umbral.
"Valle-Inclán, Umbral y la médula erudita envuelta por la beldad", de Diego Vadillo López |
Valle-Inclán,
Umbral y la médula erudita envuelta por la beldad
Diego
Vadillo López
Si hay alguien que ha sabido interpretar al gran
literato Ramón María del Valle-Inclán ese fue el no menos notable literato
Francisco Umbral. Este segundo se inspiró en él y en otros malditos de las
letras cuando se erigió en dandi. Tan acicalado era el atavío indumentario de
Valle-Inclán y Umbral como el de sus respectivas prosas, y es que aunque ambos
escribieron algo en verso, donde su literatura brillaba pletórica de lirismo
era en la línea continua consustancial a la prosa, una prosa la de ambos por
otra parte reñidísima con lo prosaico.
Ambos
fueron dos inconformistas que dispararon contra todo y contra todos en una
España que siempre ha defraudado las expectativas de sus más insignes hijos,
maltratándolos inmisericordemente, por eso Valle y Umbral le respondieron con
su misma moneda, siendo inmisericordemente plásticos, toda vez que tejieron la
más brillante literatura con retales de inmundicia político-social. Sin duda
hay que ser un literario alquimista para obrar tanta beldad con tan hedionda
materia prima en muchos casos.
Tal
cosa la aprendió, como decimos, Umbral del barbado gallego, a quien dedicó el
delicioso libro “Los botines blancos de piqué”.
Además,
Umbral tenía la gran virtud de hacer magnífica literatura con lo anecdótico,
con lo trivial, con lo “a priori” modrego, o al menos no llamado a prestarse a
mayores manejos. El vallisoletano publicó numerosos libros memorísticos, de
crónicas y artículos y, en definitiva, de cariz periodístico y ensayístico,
muchos de los cuales han sido calificados denostadoramente como “literatura
menor”, algo que creo que no hace justicia a la gran cantidad de pasajes que
estos libros atesoran lindantes con la más discriminada magnificencia
plástico-literaria.
Por
ejemplo, en su “Diario político y sentimental” se refiere así a la novela y al
diario como géneros literarios: “La novela es una estructura previa invadida
por la prosa. El diario es una prosa lentamente invadida por las inopinadas
estructuras del vivir. El diario acaba teniendo argumento, asunto, porque la
vida cristaliza en él”, y continuaba en la página siguiente: “esta forma de
escritura supone una comunión con la vida, la favorece más que la novela o la
poesía, nos permite tomar posesión de nuestro tiempo individual./ Recordar,
etimológicamente, es volver a pasar una cosa por el corazón. El diario, las
memorias, todos los géneros moralistas, como la autobiografía o el autorretrato
(todos los he practicado), consisten en esa gimnasia cordial”. Las reflexiones
literarias que ocultan los retóricos oropeles tan consustanciales a la prosa
umbralí, portan una médula entreverada que no conviene orillar, dado que están
a la altura del plástico-estilístico envoltorio en que nos las presenta, en
proceder similar a su maestro Valle-Inclán, quien no podía dejar de sacar
brillo incluso a las acotaciones de sus obras teatrales, tan heterodoxas.
No
me resisto a atraer otro pasaje del antes mencionado “Diario político y
sentimental” que da fe de la eficacia traslaticia de las erudiciones más
afinadas, inherentes a la prosa poético-ensayística de Francisco Umbral (la
cual vertió a todos los géneros y subgéneros que practicó acabando por hacerlos
gregarios de su impronta): “Neruda, como un segundo Rubén, viene a salvar la
poesía española en el momento justo. Si Rubén la salvó de un neoclasicismo
tardío, Neruda inicia a los jóvenes del grupo español en el surrealismo, en la
política, en las corrientes generales del mundo”. Ahí queda eso.
También, como es habitual, se
incluyen en este número aforismos de su director N N Negulescu. Además, en este
número incluye un avance editorial.
Aparecen asimismo poemas de las poetisas Alba Azucena Torres, Riva Valencia Saldivia y Daniela Popescu.