Diego Vadillo López
Haber
tenido la oportunidad de conmemorar a un escritor del talante y el talento de
Antonio de Lara Gavilán (Tono) en el centésimo vigésimo aniversario de su
nacimiento ha supuesto una maravillosa experiencia para mí, que tanto lo
admiro, máxime habiendo gozado de la compañía de mis alumnos de 2º y 3º de la
ESO del IES Pedro de Tolosa de San Martín de Valdeiglesias, quienes han
aportado sus respectivos puntos de vista al respecto de los capítulos de la
novela “Diario de un niño tonto” en la que en cada capítulo un niño nos cuenta
en primera persona, desde que nace, sus experiencias, aportándonos un prisma
originalísimo por lo absurdo-lógico.
Con
un humor sencillo, universal e intemporal, logra Tono una pieza literaria
cargada, ora de poesía, ora de existenciales digresiones, ora de un desenfado
no exento de gravedad al fondo de la sonrisa.
Los
alumnos implicados en este proyecto plástico-literario han aportado su talento,
espontáneo y desprejuiciado, al interpretar aquellos pasajes que, por una u
otra circunstancia, les llamaron la atención, y a fe que lo han hecho en la
mayor parte de los casos, si tenemos en consideración los resultados. Y es que
han “sin-tonizado” con quien aunara tan variopintas facetas creativas, no en
vano en la muestra resultante han sido hermanados lo literario y lo plástico,
adquiriendo asimismo presencia lo musical, el arte conceptual, el video-art, el
arch art, etc.
El
pasado día 10 de marzo, en la Sala Ágora del IES Pedro de Tolosa, disfrutamos
de una emotiva inauguración, toda vez que acudieron muchos compañeros de los
alumnos implicados en la misma, así como padres, profesores e incluso algunas
personas ajenas a la comunidad educativa.
El
director del centro, don Ignacio Abad Gabaldón, dirigió unas palabras al
auditorio en las que hizo un recorrido por la vida y trayectoria de Tono,
poniendo en valor los muchos y edificantes ingredientes que integran su legado;
seguidamente, doña Mª Luz Villacañas Fernández, jefa de Estudios del Centro,
hizo lo propio, recalcando la importancia de actos como el que nos ocupaba,
para, acto seguido, pasar este que les escribe a presentar una interpretación
musical con la que tres de las alumnas implicadas en el proyecto, guitarras en
ristre, tuvieron a bien amenizar al auditorio. “El himno de la alegría”
testimoniaba el fraternal ambiente en que se había desarrollado la preparación
del evento. Posteriormente, fui anunciando a los cinco comisarios de la
exposición, quienes enteraron al respetable del proceso que ellos mismos, junto
con sus compañeros, habían desarrollado a lo largo de las dos semanas y pico
que duró la aventura.
Los
asistentes quedaron encantados con el evento y todos tuvimos presente a un gran
literato, resarciéndolo de un incomprensible olvido.
Todo
lo que el día 10 se materializó llevaba ya un tiempo rondándome la cabeza, y es
que, como apuntaba más arriba, si por algo se caracterizan muchos de los
alumnos del Pedro de Tolosa es por su vitalidad, por su desparpajo y por un
indómito temperamento creativo, una irrefrenable fuerza engendradora de
fascinantes envites, algo que es fácil de constatar a poco que se entable
contacto con ellos.
Así
las cosas, yo me decía: “Será perder una gran oportunidad artístico-educativa
si en este curso no realizo alguna actividad de dicha índole con estos educandos
tan genialmente intempestivos”. Y es que no es fácil en estos tiempos, arduos
para la educación, hallar a estudiantes que recojan estos guantes que suponen,
a la sazón, un modo de educar no menos legítimo que el que se nos viene
rutinariamente exhortando a usar.
Me
gusta leer y disfrutar con los trabajos de los alumnos casi más que con muchos
de los libros que se editan en la actualidad y con muchas de las obras que se
exponen, pues a estas edades se goza de una frescura que se va diluyendo cuando
se llega a la etapa adulta si no se siguen cultivando ciertas destrezas. Y
precisamente TONO, nuestro homenajeado, fue de esas personas que nunca dejan de
ser jóvenes (y cuando digo “joven” me refiero a la facultad de no perder la
capacidad de sorpresa, a no renunciar a recrearse en ciertos juegos gratuitos y
audaces); por eso nunca dejó nuestro escritor de ser genial.
Es
muy emocionante rendir a TONO un homenaje, un homenaje que no se le ha rendido
desde otras instancias con infinitamente más medios a su alcance, ahora bien,
dudo que con más talento y gracia.